Por: Lucydalia Baca Castellón – La Prensa

La falta de capital no impidió a dos amigos convertirse en exitosos empresarios y fundar Reinar S.A.

Dennis Matamoros y Norman Corrales ignoraron la advertencia de que la amistad y los negocios no deben mezclarse. Esa decisión junto a la honestidad, confianza, entrega y buena comunicación establecidas como principios de la aventura que emprendieron hace 14 años, les permitió pasar de la acera de los asalariados a la de los empresarios.

Matamoros, ingeniero químico, y Corrales, ingeniero civil, ahora se consideran “como hermanos” y se han fijado la meta de hacer crecer aún más su mediana empresa Recubrimientos Industriales y Arquitectónicos SA (Reinar S.A.), hasta posicionarla como la más importante de su rama en el país.

Tras cinco años de trabajar juntos en una reconocida empresa de pinturas, en mayo del 2001 estos ingenieros decidieron abandonar sus puestos. Con lo único que contaban para hacer realidad el sueño de fundar una empresa era el dinero de sus liquidaciones, la confianza en su experiencia y los contactos establecidos durante sus años como empleados.
Empleados de Reinar SA

“Nos la jugamos cada quien con su familia. Alquilamos una pequeña oficina, teníamos una computadora y contratamos a alguien para que contestara las llamadas. Pero tuvimos la suerte de que un antiguo cliente nos vendiera un equipo para hacer sandblasting (limpieza con un chorro de arena a presión que se realiza previo al revestimiento o pintura de las superficies).

Solo nos pidió el cincuenta por ciento de adelanto que eran cinco mil dólares y lo completamos con nuestras liquidaciones”, relata Corrales, gerente de operaciones de la empresa.

Ambos reconocen que lograr el éxito no ha sido fácil, han sacrificado muchas cosas, incluso pasan más tiempo juntos que con sus esposas e hijos. Y en los primeros años por la falta de confianza, las empresas no les daban adelanto por los trabajos, eso en muchas ocasiones los obligó a pedir prestado para cumplir sus obligaciones y los problemas nunca han faltado.

“Pero al final lo más importante ha sido la honestidad y la confianza, porque gracias a eso al final de cada problema uno de los dos termina cediendo”, dice Corrales.

Matamoros, quien es gerente general de la empresa, añade que él compara la sociedad con un matrimonio, “porque los matrimonios se acaban cuando no hay honestidad, confianza, comunicación y amor, y aunque aquí no hay amor, hay un objetivo que es crecer juntos y cuando vemos lo que hemos construido, eso nos estimula a seguir juntos”.

Los empresarios consideran que otro punto a favor fue que la oferta de los servicios que ofrecían —sandblasting, revestimientos y pintura industrial— era tan escasa en el mercado local, que en su primer mes la empresa obtuvo tres contratos y eso les permitió cancelar la deuda del equipo y fijarse un salario mensual, que a pesar de ser menor al que recibían en la empresa de pinturas, satisfacía las necesidades de sus familias “y nos proporcionaba otras satisfacciones”, aseguran.

Servicios a Empresas

EN CRECIMIENTO

Desde entonces la planilla ha crecido, actualmente tienen cuarenta empleados fijos y contratan entre treinta y cincuenta temporales cuando ejecutan varios contratos a la vez.

“Al inicio nosotros hacíamos todo. Ofrecíamos el trabajo, supervisábamos, cobrábamos, pasábamos cotizaciones, vendíamos y hacíamos todo lo que se necesitara. Pero en la medida en que fuimos creciendo fuimos contratando un chofer, luego un mecánico y luego otros y así. También nos pasamos a una casa que alquilábamos. Luego compramos un terreno, luego otro y los juntamos y ahora tenemos oficinas propias y un local en el cual ya no alcanzamos”, detalla Matamoros.

Ya no trabajan con uno, sino con 12 equipos de sandblasting. Y la oferta de servicios también creció: a partir de 2005 se sumó la construcción de obras civiles y desde 2008 el alquiler de maquinaria liviana de construcción. Aunque no tienen mucha, cuando les solicitan alguna que no poseen la proporcionan a través de otras empresas. Las ventas también han crecido por lo menos 13 veces, con respecto a lo que se vendió el primer año.

“Eso lo hemos logrado porque nunca nos repartíamos las ganancias, en los primeros cinco o siete años todo lo que entraba se reinvertía en la empresa y hasta hace muy poco comenzamos a darnos algunos pequeños gustos”, sostiene Matamoros.

También reconocen que el temor al fracaso siempre los acompaña y consideran normal que exista, porque cuando se alcanza cierto nivel de reconocimiento, es más difícil seguir creciendo.

Por eso siguen aferrados a la teoría de que el que no arriesga, no gana. Y el consejo que le dan a los soñadores que no se atreven a correr tras su sueño es que la entrega, el sacrificio, el amor y las ganas de triunfar son la clave para alcanzar el éxito, siempre y cuando se busque este en un campo conocido, nunca hay que olvidar que “zapatero a su zapato, no se puede luchar en un campo que no se domina”, aconseja Matamoros.

Trabajadores de Reinar SA

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