Quien se podría imaginar que, a pocas horas de la llegada de la noche buena, un terremoto de 6.2 en la escala sismológica de Richter a las 12:35 am del 23 de diciembre, sacudiría a la capital Managua, dejando como resultado la destrucción total de la ciudad, 10,000 muertos y 20, 000 heridos.

Además de esto se produjo un incendio, por lo que varios negocios tenían materias inflamables, y de esta forma devoró más de 20 manzanas del centro de la capital.

El terremoto tuvo su epicentro dentro del Lago Xolotlán, por si fuera poco esto hizo que se activaran las fallas geológicas de Tiscapa, los Bancos, Chico Pelón (estas tres dentro del centro), la del Colegio Americano Nicaragüense y la del Aeropuerto.

La mayoría de las casas en la ciudad eran construidas con el material llamado Taquezal. Este material fue reparado después del terremoto de 1931, y las construcciones fueron repelladas. Lo que no remediaron fueron sus cimientos, por lo que colapsaron, al igual que las casas nuevas edificadas del mismo material, por lo que no tenían muy profundas sus bases.

Asimismo hubo edificios de concreto mal construidos que se derrumbaron como los templos católicos de Cristo de Rosario, El Carmen, El Calvario y El Redentor se desplomaron al igual que el Colegio Calasanz, el Divina Pastora, entre otros.  La hoy Antigua Catedral de Managua, resultó agrietada por el terremoto, quedando inhabilitada hasta hoy.

Edificios como del Instituto Nacional de Seguridad Social INSS, Empresa Nacional de Luz y Fuerza, el Palacio Nacional (sede del Congreso), el Banco Nicaragüense BANIC, Hotel Intercontinental Managua (hoy Hotel Crowne Plaza), el Palacio de Comunicaciones, el Aeropuerto Internacional de Managua, la Iglesia Santo Domingo, etc. no sufrieron mayores daños y fueron reparados. El Teatro Nacional Rubén Darío, construido bajo el sistema antisísmico japonés de rodos, resistió la sacudida sin mayores daños.

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