Aunque una embarcación se intente conservar, siempre habrá obra muerta, (es el casco que se encuentra fuera del agua, de forma permanente, cuando el barco está a plena carga) se convertirá en mate con el pasar del tiempo, pues tanto el agua del mar como los rayos ultravioletas del sol degradan la fibra de vidrio y las pinturas.

El acero es un material usado constantemente en la construcción de barcos por su dureza, asimismo por su facilidad de producción, resistencia e impermeabilidad, pero cuando este material se mantiene en un ambiente marino necesita de cuido para proporcionar una protección anticorrosiva así como un acabado estético.

El problema que tiene el acero es su inestabilidad química cuando tiene contacto con el aire y el agua, sin embargo no es algo que no tenga solución, pues se puede combatir la corrosión con la preparación de la superficie y la aplicación de una pintura que brinde una barrera física a la humedad y el oxígeno, de esta manera se aislará la superficie de agentes corrosivos.

Antes de pintar una superficie de acero, primeramente se debe hacer una preparación de la misma, esta consiste en:

  • Eliminar contaminantes como el óxido y otros subproductos de corrosión, grasa, suciedad, etc.

La eliminación del óxido puede eliminarse mediante el chorreado abrasivo.

  • Perfeccionar defectos de construcción como grietas, exfoliaciones, cordones irregulares de soldadura.
  • Eliminar la calamina, es necesario quitarla de la superficie por chorreado abrasivo ya que su presencia provocará una mala adherencia del recubrimiento.

El objetivo de esta limpieza es conseguir un contacto lo más íntimo posible entre el acero y el recubrimiento, de esta forma asegura la adherencia entre ambos e impidiendo la formación de corrosiones prematuras.

Después de una buena limpieza, es importante seleccionar una pintura especial, capaz de soportar las inclemencias del clima, una pintura de calidad; Carboline es en este ámbito una solución confiable.

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